Este no es otro homenaje al Capitán

[OPINIÓN] Por Luis Rossi – Foto: Documental «Como si la vida fuera Carnaval»
No. No es otra columna de opinión sobre Juan Carlos Aragón. No. Han sido muchas las palabras que se han vertido en memoria del poeta de La Laguna, músico de Cortadura. Muchas y bellas. Hermosas y sentidas. Es por ello que mi estilográfica digital se antoja pueril a la hora de entonar loas a la plancha sobre su figura, su obra o su leyenda.

Días después de acabarse el calendario zaragozano e iniciarse el aragoniano –ya saben, d.JC.- se abre un etapa de duelo que se torna en un reguero de sentimientos incontrolados e incontrolables. Días subiendo y bajando con el deíto por las redes sociales, viendo vídeos, escuchando coplas, leyendo mensajes, llorando con sus grupos, abrazando sus versos, re-escuchando coplas…

Aprovechando la peleíta entre Americanos y Chinos, he querido vivir desactualizado para alejarme del prisma de la catarsis que hemos vivido. Mirando desde un dron con cola la pérdida de la persona, observamos lo que ha generado el mito, la leyenda. Su prematura y repentina llamada de Mom Dylan ha hecho necesario que el Güancarloh se beatifique del tirón. Sin Papa, pero con fumata; sin misa, pero con credo.

En esta religión que es el Carnaval y en esta confesión que era el Juancarlismo, muchos han visto la salvación en las coplas del profeta antes de la gira y otros tantos que están empezando a reconvertirse, como ya hicieran –sin tanta sangre- los cristianos.

Al margen del paralelismo, subido todavía en el dron, también se observa cómo el veneno del capitán estaba inoculado en las gentes que aman nuestra tierra. Los de aquí y los de más pallá de Olvera o Algodonales. Homenajes, tributos, quedadas, amigos, abrazos, coplas y levantamiento de guitarra. Una barbacoa de Santa María del Mar por todo el territorio andaluz y saltando de Despeñaperros a la capital del Reino.

Modestia Barragán aparte, aporto la idea del próximo cartel de Carnaval 2020 dedicado a su figura.

Qué cosas y todo eso con un nota que hacía algo de eso que llaman Carnaval: ironía, pasión y crítica social. A nivel nacional, tanto artistas como medios de comunicación se hacían eco de la noticia y de lo que significa. Incluso hay quien se tira a la propuesta con y sin manguitos, pero siempre con cariño, sobre si una calle, una plaza, un teatro o un monumento. Modestia Barragán aparte, aporto la idea del próximo cartel de Carnaval 2020 dedicado a su figura, como digo, por aportar para cuando sea el tiempo de reposar.

Y puestos a soltar, no debería ser visto con malos ojos que su gente (familia carnal y ‘carnalvalera’)-que vaya clase magistral de protocolo y saber estar han dado- contemplara la posibilidad de crear una Fundación. Y así canalizar y gestionar el mito, la leyenda, sin ningún aprovechado que venga a servirse sin saber ni dónde compraba la carná (por un poné). Al fin y al cabo, su obra es suya y es su herencia, un patrimonio que gestionar.

Y para cuando sea el tiempo de reposar debemos hacerlo. Y deberíamos observar que el Carnaval, este fenómeno de masas, debe considerarse como tal. Debe reconsiderarse como tal, diría con mayor exactitud.

Los candidatos a alcables o arcardas –que diría er Chele- está claro que no deben ‘campañizar’ la muerte, pero sí proponer una dignificación para aquello por lo que el Loco luchaba. Más allá de la organización de un Concurso o mantener el desorden controlado de la calle; más allá de un Museo o de unas batallas a pie de playa, una oportunidad se abre por el puente canal y se derrama por las murallas: Concejalía del Carnaval. O delegación, dependiente de Cultura, llámalo ‘x’, pero llámalo. Llámalo y que se oiga bien fuerte. A ver si nos damos cuenta que generar se genera y no es malo, que vivir no se vive y se debiera. Está claro que no vivirían todos, igual que no todos los escritores comen de lo escriben, ni todos los músicos sobreviven de lo que hacen. Pero el que llegue que lo haga.

Una oportunidad se abre por el puente canal y se derrama por las murallas: Concejalía del Carnaval

A genios como el Selu o Martínez Ares lo culpabilizamos por querer ganar lo que pueden ganar (cosa que no hacemos con Malú o Pablo Alborán). Una concejalía podría poner los pilares básicos de la industria que más potencial tiene Cádiz. Que sí, que es Carnaval de la humanidad, “y un mojón pa los humanos”, esto o se empieza a armar o se desarma de las manos. O se piensa, o seguiremos mil años igual, quejándonos del Jurado y sentenciando a los que cantan en el Falla con una ballesta apuntando sus glotis.

No todos pueden vivir del Carnaval, pero Cádiz sí. Cádiz debe hacerlo posible. Tiene la materia, tiene los mimbres, solo hay que hacerlo posible. Sí, pero no. Ese, ese el mejor homenaje que podemos hacerle al Loco, al Cabessa, al Rubio, ar Chele, a Güan. Dignificar de una vez el Carnaval, no la fiesta de don Carnal, sino el CARNAVAL.

 

PD: Larga vida al Capitán.

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